Un informe elaborado por la Cámara de Comercio advierte que la falta de capacidad en la infraestructura está encareciendo los costes logísticos y restando competitividad internacional a empresas que dependen de este tipo de transporte.
El aeropuerto de Valencia atraviesa una situación crítica que ya no solo afecta a los viajeros, sino también al transporte de mercancías. La Cámara de Comercio de Valencia ha puesto sobre la mesa un dato que preocupa al tejido empresarial: 56.954 compañías de la Comunidad Valenciana dependen del tráfico aéreo para mover carga y se ven cada vez más condicionadas por la saturación de la infraestructura.

Para ello, ha presentado un informe que revela que, en 2024, el aeródromo ha operado en picos de demanda por encima del 130 por ciento de su capacidad nominal. Este sobreuso ha derivado en cuellos de botella que comprometen la agilidad de la carga aérea, con repercusiones directas en los costes logísticos, la eficiencia de las cadenas de suministro y la competitividad exterior de las empresas valencianas.
“El aeropuerto de Valencia está actuando como un freno al crecimiento económico. Su insuficiente capacidad afecta a la logística y la atracción de inversiones”, ha afirmado el presidente de Cámara Valencia, José Vicente Morata.
El problema se agrava al comparar con otras infraestructuras similares en España y Europa, donde los aeropuertos regionales cuentan con mayores dotaciones y capacidades para gestionar la carga. En este contexto, Valencia pierde posiciones en la carrera por captar flujos logísticos internacionales y convertirse en un polo de referencia para sectores como el agroalimentario, el químico o el de productos de alto valor añadido, que necesitan de un transporte rápido y fiable.
Los efectos económicos son ya visibles. La Cámara alerta de que los sobrecostes logísticos derivados de los retrasos y limitaciones del aeropuerto restan margen a las empresas exportadoras, dificultan la entrada de productos valencianos en mercados globales y encarecen la importación de insumos clave para la industria. En un entorno marcado por la competencia internacional y la presión sobre los tiempos de entrega, la congestión aeroportuaria se traduce en una desventaja estratégica para la Comunidad Valenciana.
De mantenerse la tendencia actual, la saturación podría alcanzar el 165 por ciento en 2030. Un escenario que, según la Cámara, comprometería de forma irreversible el papel del aeropuerto como motor logístico y limitaría la capacidad exportadora regional. La institución subraya que la falta de inversión en capacidad aeroportuaria no solo afecta al transporte de pasajeros, sino que amenaza la competitividad del conjunto del tejido empresarial valenciano.
Cámara Valencia reclama con urgencia un plan de ampliación que refuerce las instalaciones de carga y dote al aeropuerto de la capacidad necesaria para responder al crecimiento de la demanda. Solo así, sostiene, se podrá garantizar que las empresas valencianas dispongan de un hub logístico competitivo, capaz de atraer capital extranjero, facilitar la internacionalización y asegurar el papel de la Comunidad Valenciana como nodo clave en la red de comercio global.