Aunque las patronales de empresas de transporte veían este fenómeno como algo ajeno, con el tiempo les acabaría afectando
Hace en torno a una década, la entonces beligerante Asociación de Empresas de Reparto y Manipulación de Correspondencia (Asempre) combatía en solitario contra la todopoderosa Correos para tratar de convertir el mercado postal español en un ámbito de competencia real. Luis García Cantín, presidente de la asociación, advertía en estas mismas páginas que aunque las patronales de empresas de transporte veían este fenómeno como algo ajeno y extraño, con el tiempo les acabaría afectando.
Asempre ha perdido fuerza desde entonces, pese a haberle ganado el pulso al operador público impulsando denuncias ante el organismo de Competencia que acabaron en reiteradas multas millonarias. Unipost, la compañía que en la práctica era el principal impulsor de esta patronal, ya es historia. Sin embargo, lo que no ha perdido vigencia ha sido la predicción de García Cantín.
El auge del comercio electrónico y la caída en picado de los volúmenes de la tradicional carta han empujado a Correos a ocupar un espacio destacado en el mercado de la paquetería. La patronal logística UNO ha tomado el relevo en la lucha contra esa presunta posición de privilegio de la pública. Recientemente, el presidente de UNO, Francisco Aranda, aprovechó unas jornadas de trabajo organizadas por la Comisión Europea en Bruselas para reclamar medidas de ajuste al “sobredimensionado ámbito del servicio postal”. Aranda abordó la necesidad de aumentar la transparencia en la financiación del Servicio Postal Universal (SPU), para que se eviten las famosas subvenciones cruzadas con otros servicios como el de la paquetería.
La millonaria multa de Bruselas relativa al período 2004-2010 atestigua que algo no se está haciendo bien. Por eso, el presidente de UNO considera imprescindible avanzar hacia “una neutralidad y transparencia en la financiación de estos servicios y evitar prácticas que vulneran la competencia leal”. Asempre ya lo advirtió.
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