Editorial  | 

Lo ‘verde’ sale gris

Si se pretende que la transición sea real y no retórica, hay que medir los pasos, diseñar incentivos, coordinar esfuerzos internacionales y, sobre todo, dialogar con el sector.

Europa quiere descarbonizar su economía. Nadie discute la necesidad, ni la urgencia. Pero hay una diferencia esencial entre avanzar y precipitarse, entre diseñar un marco regulatorio ambicioso y legislar desde una atalaya de cristal, ignorando por completo la mecánica real del comercio y la logística. El Régimen Europeo de Comercio de Emisiones (ETS) aplicado al transporte marítimo es el último ejemplo. Y ya se está viendo en el tráfico ro-ro; una alternativa ideal para subir los camiones al barco y avanzar en la reducción de la huella de carbono, que ahora navega marcha atrás. El coste adicional del ETS está empujando tráficos fuera del mar y hacia la carretera. Más camiones, más emisiones, más congestión, justo lo contrario de lo que pretende la medida. Y, para mayor incoherencia, desvío de flujos a puertos extracomunitarios para evitar el pago del ETS. Esa no es una transición verde: es una fuga hacia donde no alcanza la normativa.

El último Observatorio de SPC-Spain ya anticipa el giro: operadores que ajustan su capacidad, tráficos que se retraen, decisiones empresariales que, de nuevo, se alinean con la realidad económica y no con la ideología regulatoria. Y es que cuando navegar cuesta más que rodar, el mercado elige rodar.

El problema no es el objetivo marcado -descarbonizar-, sino pretender cambiar patrones logísticos sin escuchar a quienes viven de mover mercancías, imponiendo costes, sin garantizar alternativas.

La OMI acaba de aplazar un año la votación del marco Net-Zero. Europa, en cambio, avanza sola y sin red, como si el comercio global terminara en sus fronteras. Una vez más, la UE corre el riesgo de confundirse de velocidad y de compañía: legisla para el mundo y sólo se escucha a sí misma. Y mientras los países terceros observan y esperan, la economía europea se dispara en el pie con admirable disciplina climática y escaso instinto industrial.

Nadie niega el horizonte de cero emisiones. Es inevitable. Pero si se pretende que la transición sea real y no retórica, hay que medir los pasos, diseñar incentivos, coordinar esfuerzos internacionales y, sobre todo, dialogar con el sector. Y el ETS, tal como está planteado, está empujando al transporte europeo, una vez más, por la ruta más larga hacia un futuro más ‘verde’.